Tenía pocos días libres y opté por hacer algo cortito por el norte de Túnez.
Es un país cercano y con mucha costa. Diferentes tipos de religiones conviven con un pasado marcado por Cartago y Roma.
Su idioma oficial es el árabe pero te entiendes con ellos en francés. Tenéis estas web http://www.destino-tunez.com/ y http://www.turismotunez.com/. Como libro de referencia utilicé el de Anaya – Guía Total – Túnez.
HOTEL.-
Seleccioné un hotel playero, en la localidad de Hammamet. Todo un clásico. El vuelo lo realizé con Air Europa. Además, contraté desde aquí una excursión para recorrer la capital tunecina, Sidi Bou Said y las ruinas de Cartago.
El traslado al hotel Riu Palace Oceana desde el aeropuerto es como de 40 minutos. Llegué por la tarde pero se fue haciendo de noche. Las carreteras tenían diversos baches que nos hacían saltar en los asientos. Mis ojos observaban…
Llegué al hotel, muy cerquita de la ciudad. Es un hotel como los que podemos encontrar en España. Una oferta hotelera orientada al turismo de sol y playa. Apenas había huéspedes y la atención era muy atenta por parte del personal de servicio del hotel.
Por la noche, había un pequeño espectáculo que permitía hacer la digestión antes de ir a la cama. Era curioso que todas las noches tuviera un diseño con toallas, rosas y bombones, puesto a los pies de la cama. Un par de días un corazón y otros animales tipo cisne. Que detalle!
Al día siguiente de llegar, hice las primeras investigaciones por el hotel para pasar el rato. Estaba en primera línea de playa, con salida directa a ella. Su inmensa playa invitaba a un paseo infinito. Pasee por la playa todo feliz … Hasta que llegó un vendedor a darme la brasa! … Que pesados son! Se pegaban como lapas a pesar que les decía que no quería comprar nada. Pero bueno, esa es una de las pegas de estos países.
Volvi al hotel y disfruté de las tumbonas, del sol apacible, de la tranquilidad, de nuestras miradas. Y…. Llegó un gato… al ro-ro-ro-ro de los arrumacos para recibir su ración de mimos.
En el hotel contraté media pensión, con la cena. El buffet estaba genial. Dátiles por doquier, pasteles golosos y muy golosos, pescados y carnes hechas en el momento. Me pareció muy buen hotel en su relación calidad/precio. No sé si es que estába fuera de temporada y como había pocos huéspedes, tocábamos a muchos empleados o es que siempre el trato y servicio es igual.
HAMMAMET.-
Al día siguiente, llamé a un taxi para que, a la hora de la comida me llevara a Hammamet. Toda esta zona refleja la imagen turística de Túnez.
Esta muy próximo. El taxi me deja en la medina de Hammamet. Solo quería estirar las piernas, hacer fotos y ver que me ofrecen por las tiendas.
La medina es pequeña, pero con tantas callejuelas que se hace larguísima. No sé si por el pesado tintineo del vendedor o porque te pierdes en ese laberinto de tienditas, a cada cual mas llena de productos, perfectamente alineados.
Comencé a darme cuenta, que todo lo que contemplaba es parte del escenario donde se desarrollaron las historias de «Las mil y una noches».
Noté la influencia occidental en la gente. Me saludan en diferentes idiomas para saber de qué país soy. Es sorprendente, como aprenden por estos países, todo tipo de idiomas. Que facilidad! Quizás por obligación, pero la cultura de este país está abierta a Occidente. No parece un país árabe, como lo teníamos aprendido.
En la medina se nota como la religión impregna su vida cotidiana. Si bien, no parece tan impuesta como en otros países musulmanes más extremistas.
TUNEZ.-
El domingo tenía contratada la visita turística. Me vinieron a buscar y junto con el resto de turistas, todos españoles, me llevaron a ver Túnez. Estaba a una hora de camino de la capital y las carreteras bastante bacheadas.
Comenzamos por el museo del Bardo. Esta a unos 5 km de la capital. En su interior guarda la colección mejor conservada de mosaicos romanos a nivel internacional. Da una visión global de lo que fue esta provincia romana del norte de África.
Además, es un museo arqueológico, que está instalado en un palacio de mediados del siglo XIX. En su patio interior, tiene un gran número de estátuas alrededor de un gran mosaico en el suelo.
Seguimos la visita ya en la Medina de Túnez. Declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco.
En dos segundos te ves metido en unas callejuelas llenas de tiendas como si estuvieras en el primer día de rebajas de unos grandes almacenes. Que estrés!
En una de las tiendas tienen una terraza en la segunda planta desde la cual se divisan unas buenas vistas de la medina.
Me llama la atención que en esa terraza todo el suelo está compuesto de azulejos y baldosas diferentes, haciendo un conjunto de retales de material.
Parecen tirados a ver donde caen y sin embargo, guardan un orden y un conjunto armonioso, bastante sugerente.
Al finalizar la visita de la medina y haciendo tiempo para la comida, nos dejaron un poco a nuestro aire.
Estuve callejeando por calles diferentes a la ruta turística y encontré al verdadero pueblo de Túnez.
En esas tiendas estaban los artículos con los precios puestos y nadie te avasallaba queriéndote vender a cualquier precio.
No será así la forma de ser de los vendedores tunecinos o es como la conocemos de vendedores que regatean más que un futbolista? No sé! Pero este corto paseo sí que me dio una imagen que no esperába y que, entendí, más real y cercana.
Tanto me gustó esta «visita» que me equivoqué con el punto de reunión con el grupo y tuve un mínimo nerviosismo hasta que volvi al redil. Cosa de poco, pero mereció la pena!
Nos llevaron a comer a un restaurante que, pensamos sería el típico de turistas. Me sorprendió. No sé cómo se llamaba. La comida era tipo buffet. Nos pusieron en una mesa para los 12 o 14 de la excursión. Era una casa con patio interior, todo decorado con muy buen gusto y bien atendidos.
La comida me pareció acertada. Al poco rato, vinieron más grupos de turistas. Un tanto escandalosos, pero como llegamos antes nosotros, pues tampoco coincidimos mucho tiempo.
Durante la comida charlé más con los compis de la excursión. Al salir dedicamos unos minutos a hacer fotos por los alrededores. Estábamos en la zona administrativa de la capital. Edificios del gobierno y banderas rodeaban la amplia plaza. Todo muy ordenado y con apenas transeúntes.
CARTAGO.-
Después de la comida nos llevaron a ver las pocas ruinas de Cartago que han dejado. En el camino nos muestran una serie de urbanizaciones muy lujosas. Cuenta la guía que se utilizaron las ruinas como cantera para usarlas como material de construcción de todas estas casas. Es por eso que las ruinas son tan reducidas. Si las reducen más se quedan en nada. Una pena que un pasado tan glorioso y luchador se haya reducido a las leyendas e historias que narran los libros.
A pesar de nuestra desilusión (algunos pensábamos ver a Aníbal montado en un elefante…) nos damos cuenta de la grandiosidad de las termas de Antonino, que conforman un gran conjunto arqueológico.
Hay un plano donde muestran cómo eran en realidad y son especialmente grandes y bien diseñadas. Estaban al lado de las ruinas de Cartago.
No estaba contemplada en la visita, ver más ruinas. Después descubrí, que existe un museo nacional de Cartago, la catedral de San Luis y un par de visitas obligadas a la acrópolis y una casa reconstruida. Es el máximo aporte de esta cultura cartaginesa tan importante que quedo ignorada por la arrogancia bélica de los romanos. Lástima!
Estas termas se hicieron sobre la ciudad de Cartago, que significa «Ciudad Nueva».
Al ser derrotadas por los romanos y totalmente arrasada, la ciudad se cubrió de sal y se prohibió volver a construir sobre sus ruinas.
SIDI BOU SAID.-
Sidi Bou Said es el paraíso azul por excelencia. No me cansaba de hacer fotos por allí.
Todo era paradisiaco.La ubicación sobre la costa, proporciona unas vistas extraordinarias. Que ganas tenia de estar aquí!
Está situado a unos 20 km de la capital. Es un pueblo encaramado en lo alto de un acantilado, lleno de color y alegría. Sus callejuelas están pobladas de multitud de tiendas con esos artículos que tanto gusta comprar. Se nota el incesante espíritu comercial que tiene a los turistas como principal objetivo. Lo consiguen!
Visité una casa-museo que estaba decorada al estilo de Túnez.
Estaba fuera del programa y mereció la pena.
Dimos un plácido paseo por la ciudad.
Vimos todo ese contraste entre las casitas blancas y esas puertas y ventanas de color azul. Observamos todos los símbolos de las puertas y nos explicaron algún significado.
El paseo por Sidi Bou Said, a pesar de que siempre hay turistas, es relajante y tranquilo.
Sus vistas son impresionantes.
El puerto deportivo, visto desde arriba, explica porque es un símbolo del poder económico de la sociedad tunecina que aparca por estos lares.
Según avanzaba la tarde caí embelesado en el embrujo del atardecer que se divisaba desde esta bahía de Sidi Bou Said. Qué bonito todo!
Volví al hotel con una idea de cómo es este país y con las ganas de haber conocido la parte interior y sur con las ruinas de El-Jem, la isla de Yerba, el desierto y la ciudad religiosa Kairouan.
Todo esto significa que le debo otra visita a Túnez, mas adelante para ver todo esto que me faltó y que no era la intención de este viaje. Pero es justo que os lo recuerde, porque de este paraíso solo hemos visto una parte, quizá la más turística, pero creo que el resto merece mucho la pena.
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