Este viaje estaba motivado por la visita a Dinópolis (http://www.dinopolis.com/), para que mi hija se lo pasara en grande viendo este parque temático de dinosaurios. El tiempo no parecía que iba a ser demasiado bueno y planifiqué los días en función de la previsión meteorológica.

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Dinópolis.

Me documenté sobre la zona, antes de salir, para evitar problemas de horarios y descubrir algún sitio interesante, que no conociera. En esto, apareció por las hojas de mi guía el pueblecito Mora de Rubielos. Ni idea que existiera por esa zona un pueblo tan bien conservado.

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La escalinata de Teruel.

Hace más de 10 años que no visitaba Teruel (http://www.teruel.es/ y http://www.teruel.org/). Volvió a pasarme lo mismo. Costó un triunfo encontrar hotel para dormir. Con la cantinela de que Teruel «Existe» y dando más relieve a la historia/leyenda de los Amantes de Teruel y, definitivamente, construyendo Dinópolis, pues se concentra más turismo. Y que pasa! Pues que no construyen hoteles. Casi no podemos ir por falta de sitio donde dormir. También, es cierto, que intenté reservar con pocos días de antelación. Esta súper de moda dormir en casas rurales, sobre todo, por precio. Pues no fui capaz de encontrar una casa rural y al final conseguí dos habitaciones en el hotel Reina Cristina (http://www.hotelreinacristinateruel.com/). Muy céntrico. En la plaza del Ovalo y al ladito de la plaza del Torico. Verdadero centro de Teruel.

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Plaza del Ovalo, al lado de la Escalinata. Al fondo el Hotel.

El hotel tiene casi todas las habitaciones con camas dobles, de 1.20 metros, unidas pero separadas. Se puede conseguir habitaciones contiguas. Hotel bien conservado y tiene todo el encanto de la ciudad donde se ubica.

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Hotel Reina Cristina

El jueves salimos de Madrid en dirección a Teruel para aterrizar en Dinópolis. La visita dura entre 3 y 4 horas.

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Interior de Dinópolis

Pensamos que sería casi todo al aire libre, pero no era así. Solo tiene al aire libre 3 o 4 atracciones para niños. Importante saber que están incluidas en el precio de entrada al parque. También tiene lo que llaman la Paleosenda, que está sin cubrir. Es una especie de laberinto, con diversas actividades alrededor, que a mi hija le tuvo entretenida un buen rato.

Este parque tiene 3 visitas que no os podéis perder. Según nos comentaron en la taquilla. La primera, según se entra a la izquierda que  es el «Viaje en el tiempo». Cuentan que vais a ver en el parque y montáis en un trenecito donde van contando cómo fue evolucionando la vida, desde los dinosaurios. La segunda visita es el «T-Rex», para nosotros la mejor y la única imprescindible. Te cuentan, con mucha gracia, la vida de un tiranosaurio Rex. Recomendable. Por último, queda la visita «El último minuto». Se trata de contar porque desaparecieron los dinosaurios. Es interesante. Consta de una pequeña exposición y además, montas en un barquito y es instructivo.

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T-Rex en Dinópolis

Finalizada la visita a Dinópolis, nos dirigimos al hotel. Se aparca bastante mal. Es en el centro. No pude tener plaza de garaje en el hotel. Preguntamos una zona para aparcar y allí lleve al coche.

En la  misma plaza del Ovalo, donde está el hotel, se encuentra la denominada «La Escalinata». Sirve para salvar el desnivel que tiene en esa plaza.

A lo lejos se ve un puente con unos arcos, bastante espectacular. Es un viaducto.

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Viaducto

Esa noche ya sólo  nos dio tiempo a buscar un sitio donde cenar y poco más. En la misma plaza del Ovalo está un mesón que se llama «St. Gregor». A pesar del nombre… es típico de Teruel. Aquí se debe pedir un producto de la zona, la longaniza de Teruel. Nos la sirvieron caliente. Estaba muy sabrosa.

Después de cenar dimos un paseo por la plaza del Torico (un toro pequeñito) y vimos un poquito de una procesión. Hacía buen tiempo. Era Semana Santa y no podían faltar las procesiones. Los tambores retumbaban. No había mucha gente y pudimos disfrutar, sin incomodidades.

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El torico en su pedestal

Al día siguiente, nos empeñamos en tomar un chocolate con churros. Totalmente desaconsejable. En Madrid, sí sabemos hacer churros con chocolate. En fin! Aquí es típico en bollería, lo que se llaman «Lazos». No os vayáis sin probarlos.

Al lado del hotel estaba la torre de San Salvador. Se puede hacer visita dentro de ella y subir a lo más alto, así se divisa Teruel en toda su dimensión.

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Torre de San Salvador

Teruel es patrimonio cultural de la humanidad por su arte mudéjar, construido en ladrillo, que alberga la ciudad. La máxima expresión es su catedral. Tenía la torre mudéjar en reconstrucción y no pudimos contemplarla en todo su esplendor. Nos gustó más por fuera que por dentro.

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Catedral de Teruel

Al lado de la catedral, existe una plaza peatonal, bastante amplia, donde se encuentra el ayuntamiento. Su fachada está muy bien conservada y es llamativa. Se cree, que el topónimo de Teruel, proviene de la palabra Toro. Por eso, en el símbolo de la ciudad y ciertos monumentos, aparece un toro.

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Monumento al lado del viaducto.

Teruel es una ciudad con un clima frio. Es por eso, que lo recomendable es visitarla en verano. Claro que ya sabemos, que los turistas hacemos lo que queremos y venimos todos en tropel, en cuanto tenemos tres días libres. Verdad?

Teruel sorprende al visitante por sus fachadas y edificios de una elegancia palpable. Me llamó la atención uno que databa del año 1910. Tenía unos miradores acristalados muy bien conservados.´La ciudad no es muy grande y se puede visitar a pie, sin problemas. Tiene un acueducto, mitad soterrado y mitad visible, que está en magnifico estado. Cerca de él, se encuentra la iglesia de la merced. Muestra una torre mudéjar muy representativa.

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Iglesia de la Merced.

Para mi lo más sorprendente, por desconocido, fue la iglesia de San Pedro. Es de estilo mudéjar por fuera. Entramos y no esperábamos encontrar nada más novedoso. Pero, por dentro es de estilo gótico. El color rojo es predominante. Es resplandeciente. Unos colores muy vivos.

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Interior iglesia de San Pedro

Al lado de la iglesia de San Pedro, se encuentra el mausoleo de los amantes. La famosa leyenda de los amantes de Teruel. Según nos informamos, parece que los personajes fueron reales y en la ciudad se están utilizando, muy adecuadamente, como reclamo publicitario y turístico.

Para comer nos fuimos a un pueblo que está a 40 km de Teruel. Se trata de Mora de Rubielos (http://www.moraderubielos.com). Es uno de los pueblos más atractivos y lugares bien conservados de Teruel. En su nombre queda claro su pasado morisco. Tiene un castillo visitable bastante importante. Lo mejor es dejar aparcado el coche y perderse entre sus hermosas y bien cuidadas calles y plazas del casco antiguo. La calle principal tiene unos soportales que muestran todo el encanto de la época.

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Plaza mayor y ayuntamiento de Mora de Rubielos

En la plaza, al lado del castillo, fue donde comimos. Hay una fuente muy llamativa y detrás está este mesón.

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Fuente y colegiata en Mora de Rubielos

No hay mucho donde elegir. Es de esos sitios que no tienen carta de precios. Te cuentan lo que tienen para servirte. Después de comer, te enteras del precio. No os asustéis! No es caro, pero no vas a preguntarles que cuesta cada cosa que te ofrecen! Pedimos productos poco elaborados y comimos normalito.

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Palacete en Mora de Rubielos

Ya había empezado a llover. A ratos. No dejó ya en toda la tarde. Cuando nos fuimos del pueblo. En las afueras. Nos llamaron la atención unas casas  nuevas construidas respetando el entorno.

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Afueras de Mora de Rubielos

Además tenían unas tiendas de tipo Outlet. Al lado de este pueblo, se encuentran zonas para esquiar. Al run-run de esto, tienen tiendas de ropa deportiva, que algunos aprovechamos, para comprar ropa a muy buen precio. Esto no aparece en las guías de viajes! (jajajaja).

Por la noche, cenamos en un restaurante chino, pegadito al hotel. Nada digno de mención. Los rollitos de primavera, sabían a rollitos. Lo normal, no?

El sábado se levantó el día bastante lluvioso y comenzó a nevar. Todo ello nos impidió hacer la visita a la sierra de Albarracín. Una pena! Nos obligará (Que rabia! Jaja)  a realizar otra visita solo a esa zona. La haremos por Cuenca y el nacimiento de los ríos Cuervo y Tajo. Así será más campestre.

En el camino de vuelta nos paramos a comer en Molina de Aragón. Pueblo amurallado. No había muchos restaurantes y paramos en uno que estaba en la plaza mayor. Lleno de gente. Veíamos nevar mientras comíamos y nos preocupó un poco, por el estado de la carretera. La comida muy normalita y carilla. No tiene pérdida, es el único restaurante llamativo que hay en la plaza. Ni recuerdo el nombre. No volverán a vernos en ese restaurante.

Desde Molina de Aragón, que está a 200 km de Madrid, parte una ruta en coche hacia el Monasterio de piedra en Zaragoza. Sitio de visita obligada, que ya realizaremos en otra ocasión.

Llegamos a Madrid sin ningún contratiempo y con el buen sabor de boca, mmmm, de nuestro viaje al paraíso de la longaniza y los lazos.